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viernes, 5 de marzo de 2010

¿Existen realmente los puestos de trabajo?



Nos encontramos en plena Gran Recesión:





  • ¿Tornero fresador o perro labrador? ¿realidad o ficción?, ¿verdad o mentira?; ¿entelequias de la mente?. Se ha especulado mucho: ¿Existen realmente los puestos de trabajo? Dame hueco, que donde hay hueco hay alegría ..... Jaca grande, luna negra, y aceitunas en la alforja, la muerte me está mirando desde las torres de Córdoba. Tu dame hueco, que habiendo hueco ya … yo … ya…




Bien pues, bromas aparte,  … una vez recompuestos del sketch protagonizado por José Mota, intentemos averiguar si existen o no los puestos de trabajo y sobre todo: ¡qué es un puesto de trabajo!.


Un contrato de trabajo es un acuerdo en el que se intercambian bienes presentes por un servicio que contribuye a la producción de bienes futuros.
Me temo que la manipulación gubernamental del "dinero" y el crédito nos oculta este hecho. Hagamos un pequeño esfuerzo y eliminemos mentalmente el actual "dinero fiat".

Como nos recuerda Ludwig Von Mises, "las mercancías -y servicios- se pagan en última instancia, no con dinero, sino con otras mercancías" (Ley de Say).

Imaginemos el sistema de intercambios a base de trueques.
Recordemos que el proceso productivo está dividido en múltiples etapas temporales. (“La estructura del capital es la clave”, dice el personaje que interpreta a Hayek en este rap).
Un trabajador que participa en un proceso productivo como por ejemplo la fabricación de coches, no espera a que lleguen al mercado los vehículos que contribuye a producir, para que su trabajo sea remunerado. Es el empresario el que adelanta al trabajador esa remuneración, anticipando el salario, con bienes que previamente ha ahorrado él mismo u otros (denominados capitalistas).

En realidad, el empresario, también ha de anticiparse a sí mismo su propio "salario" durante el periodo de producción. Cuando el empresario paga el sueldo mensual al trabajador, adelanta bienes presentes a ese trabajador- El empresario, también paga con sus propios bienes presentes cuando adquiere productos a los proveedores. Estos bienes se están utilizando para producir otros bienes, por lo que se denominan bienes de capital. Son bienes ahorrados por alguien.
A final de mes, para pagar la nómina (recuerden que hemos eliminado mentalmente el dinero), abre su "super-caja fuerte" y saca ... por ejemplo: un par de zapatos, alimentos variados, unos gayumbos, algunas herramientas, un vale para servicio de reparaciones en el hogar, aspirinas, dos entradas de cine, crema hidratante, un tostador, preservativos, un CD de Peret o de Bisbal, dos botellas de aceite, 40 litros de combustible, un vale para la peluquería, una conexión a internet y dos billetes de avión para las vacaciones.... etc, etc, etc.
Además, el empresario, también deberá haber ahorrado previamente otros tantos bienes que tendrá obligación de entregar al Estado en concepto de tributos, como las correspondientes cotizaciones a la seguridad social, por cada trabajador que tenga contratado. A cambio, el trabajador, renuncia a los bienes futuros que él mismo contribuye a producir. Y cuando estos productos lleguen al mercado, no participará en los beneficios ni en las pérdidas empresariales.

Desde que se diseña el prototipo de un automóvil, pasando por el proceso de extracción y producción del metal, electrónica, tapicerías, caucho, etc; hasta que las primeras unidades llegan al concesionario, transcurren varios años. El trabajador no espera todo ese tiempo para cobrar, ni podría hacerlo, a no ser que sea un cooperativista y a su vez disponga de ahorro previo. El empresario ofrece bienes presentes previamente ahorrados (por él o por otros individuos denominados capitalistas) a cambio de los servicios prestados por el trabajador y de la renuncia de éste al beneficio (o pérdida) de la venta del producto futuro.

Si no hay bienes presentes suficientes (ahorro), no hay ninguna posibilidad de embarcarse con éxito, en procesos de producción demasiado largos en el tiempo. Si, rebajando el tipo de interés, bajo la influencia del engaño de la "expansión artificial" del crédito sin respaldo de ahorro previo (ver aquí), nos empeñamos en embarcarnos en tales proyectos (año 2002-2008), el resultado es conocido: crisis financiera, económica, paro y destrucción de capital.

Pero veámoslo volviendo a quitar mentalmente el medio de intercambio: el dinero:

La Ley de Say, como he dicho antes, nos revela que en última instancia las mercancías se terminan pagando con otras mercancías y que por tanto, no puede haber una sobreproducción agregada de bienes (de absolutamente todos los bienes de una economía). Tan solo a medio plazo podrá haber una  sobreproducción parcial (por ejemplo, una burbuja inmobiliaria).
Mediante la manipulación del dinero y del crédito, llega un momento pues, (año 2007/8), en que los precios que están solicitando los empresarios de la burbuja inmobiliaria, expresados esos precios en determinados bienes reales como: electricidad, gasolina, calzado, alimentos, herramientas, aspirinas, entradas de cine, masajes, conciertos de rock, cremas hidratantespreservativos, smartphones, gas, internet, etc, (repito: hemos quitado el dinero), son más valiosos para el resto de la sociedad, es decir, para los propietarios de esos bienes, que las viviendas, locales, inmuebles, etc, que pretenden vender los empresarios del "ladrillo".
Por tanto, a esos precios, no habrá intercambios. La actividad económica entrará en recesión.
Los empresarios del ladrillo tendrán que solicitar una menor cantidad mercancías para dar salida a su propia mercancía. Es decir, deberán rebajar precios incluso a pérdida para los productores. Esto significa que tendrán que aceptar como precio una determinada cantidad/calidad de bienes reales inferior a la cantidad/calidad que tuvieron que emplear en la construcción de las viviendas (puede que, incluso, la pérdida sea total).
Como el error de inversión afectó a una enorme cantidad de empresarios, todos al mismo tiempo, se pondrá de manifiesto una destrucción neta de capital, causado por esas malas/precipitadas inversiones. Habrá menos bienes y servicios totales (menos PIB) en la economía, que los bienes y servicios totales que había antes de la expansión monetaria. Los costes expresados, no en dinero, sino en bienes pretéritos ya consumidos que adelantaron los empresarios (de la burbuja inmobiliaria) son valorados más hoy de lo que fueron valorados cuando se emprendieron los proyectos bajo el engaño de la orgía crediticia.
El alargamiento de la estructura productiva provocada por la expansión monetaria ha resultado insostenible. Muchos de los bienes presentes disponibles en la actualidad han de recolocarse en procesos productivos más cortos para producir otros bienes más urgentemente demandados por los consumidores. Sin embargo, el gobierno y el banco central, con el poder compulsivo de la "legislación", mantienen con vida artificialmente a organizaciones y empresas zombies (constructoras, cajas de ahorros, obra pública, administraciones elefantiásicas, etc). Los poderes públicos desvían, mediante coerción legal, valiosos bienes presentes disponibles a proyectos ya insostenibles, o precipitados y menos valorados hoy por los consumidores, bloqueando la creación de nuevos proyectos.
Cuando el mercado descubre una sobre-producción parcial (la burbuja inmobiliaria), se paralizarán los intercambios en ese sector y sus auxiliares. Si el sector es muy grande con respecto al PIB, la economía entrará en recesión y mucha gente perderá su puesto de trabajo. Para reanudar los intercambios, es decir, para que se reanude la creación de empleo, es condición necesaria reconocer pérdidas; (incluso la pérdida total, si es necesario), convirtiendo acreedores en accionistas; para que los recursos aún aprovechables puedan ser rápidamente movilizados a proyectos más urgentes, menos dilatados en el tiempo y por tanto, rentables, dadas las actuales circunstancias de malas inversiones generalizadas y de despilfarro de ahorro. Hay que desbloquear la movilidad de los factores de producción y acabar con las legislaciones laborales no pactadas entre empresarios y trabajadores [control de precios, salario mínimo] y con toda clase de privilegios, subvenciones y mamandurrias arrancadas al poder por las docenas de grupos de presión.




El sketch de Tv se pregunta si existen los puestos de trabajo.
Bien pues, para que existan, es condición necesaria que el que ha de adelantar bienes presentes a cambio de mano de obra hoy, tenga razonables expectativas no distorsionadas por el emisor de moneda ni por las políticas fiscales, de obtener una mayor cantidad de bienes en el futuro que los que tendría que aportar hoy a los trabajadores empleados. si esas expectativas no se dan, no habrá contratos de trabajo. Mientras se prolongue la incertidumbre y el mantenimiento de empresas zombies (incluyo aquí el tamaño de la propia Administración Pública), no habrá nuevas inversiones sostenibles.
Esa información -los futuros proyectos rentables que permitan recolocar a los desempleados- no la tiene ni la podrá tener jamás ningún gobierno. Será descubierta por miles de empresarios a pié del cañón, tomando decisiones encaminadas a eliminar su propio malestar subjetivo; encaminadas a pasar de una situación peor a otra mejor, y eso sólo es posible, sin intervención institucional, satisfaciendo las necesidades más urgentes de los consumidores.

A día de hoy, el gobierno, en un intento de evitar paro a corto plazo,  está bloqueando el reconocimiento de pérdidas en varios sectores, y por tanto impidiendo la reestructuración de la economía, por lo que el paro en el futuro será aún mayor.

El mercado de trabajo, como mercado de intercambio de bienes presentes por servicios para producir bienes futuros, es enormemente dependiente de la incertidumbre que supone el que los bienes futuros puedan ser expoliados por el gobierno mediante su aparato fiscal. Si el propio gobierno, incapaz de cubrir con los actuales impuestos los gastos de su enorme aparato burocrático, decide demandar en el mercado financiero una mayor cantidad de bienes presentes a crédito (emitiendo deuda pública) para cubrir esos gastos, estará entonces, vociferando que no le quedará otro remedio que aumentar aún más la presión fiscal en el futuro para hacer frente al pago de sus obligaciones.
Además, estará incentivando a los que ofertan bienes presentes hoy, que los inviertan en deuda del gobierno que, en principio, parece más segura que la de otros agentes económicos, pero que, en realidad, no es más que una máquina de consumir capital. 
Y por último estará detrayendo del mercado, esos bienes presentes que en otro caso podrían haber sido empleados en adelantar salarios de puestos de trabajo que nunca se crearán, correspondientes a proyectos empresariales que nunca podrán ser emprendidos. Es lo que no se ve: Frederic Bastiat: lo que se ve y lo que no se ve.


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